ad

Día Internacional de la Biblioteca 2015


"Cuando era pequeño pensaba que la biblioteca era la casa de los libros, el lugar donde dormían, jugaban y charlaban entre ellos cuando terminaban su trabajo de ser leídos, porque era evidente para mí que los libros estaban vivos. Tenían ese “algo” que diferencia a un ser vivo de uno inerte. No es solo que se nutran (por ejemplo de nuestro aburrimiento, que devoran en cuanto empiezas a leer uno), que se reproduzcan (¿cuánta literatura es descendiente directa de la “La Odisea”) y mueran (o, en demasiadas ocasiones, los maten), es que tienen esa cualidad única que adjudicamos a los seres vivos: una personalidad. Hay libros amables, antipáticos, tristes, alegres… Es evidente que “Cumbres borrascosas” tiene pocos amigos y le gusta sentarse solo a mirar por la ventana, mientras que a “Peter y Wendy” le encanta bailar en el bosque al son de una música que sólo él puede oír. “Los tipos duros no bailan” le mira de reojo apoyado en un árbol sonriendo por dentro. “Persépolis” lee otros cómics cuando cree que nadie le ve y “1984” no puede estarse quieto y se pregunta por qué nadie le hace caso.
Ahora que soy mayor he descubierto que estaba equivocado. No en que los libros sueñan, juegan y charlan, eso seguro que es verdad. Pero lo hacen en todas partes. Si te fijas, es probable que escuches ruidos raros en una habitación llena de libros cuando apagas la luz, y muchas veces los descubrirás en un sitio distinto al que tú jurarías que los habías puesto, obviamente porque se han ido andando hasta allí. Así que en eso tenía razón. En lo que me equivocaba es en creer que la biblioteca era su casa, porque resulta que la biblioteca es la casa de todos nosotros. De todos. No solo de aquellos a los que nos gusta leer, también de aquellos a los que no. Y de los que necesitan pasar un rato solos y no tienen nada mejor que hacer que sentarse y ojear una revista o un periódico. Y de los niños que casi no saben leer pero saben que una persona muy graciosa les espera allí para contarles un cuento.
Y no solo es nuestra casa, es nuestro hogar. La biblioteca nos recibe con los brazos abiertos, tratando por todos los medios de sernos útiles. No le importa que solo pasemos a verla cuando queremos algo de ella y que nunca llamemos para preguntar cómo se encuentra esa tarde. Llegas, le pides lo que necesitas y ella te lo da. Una conexión con el mundo lejano a través de internet, un espacio tranquilo donde leer o trabajar, la película o el disco que llevabas tiempo buscando y, sobre todo, libros, novelas, cómics, poemas, obras de teatro, libros sobre cada uno de los temas que te interesan y sobre cada uno de los que no, libros para leer, para aprender, para mirar, para entretener, para pensar… Cientos de miles de páginas esperándote, cada una preparada para sorprenderte. La sabiduría, las ideas de cientos de personas, historias tan importantes para alguien que decidió plasmarlas en un papel para que el día que tú las necesites puedas acceder a ellas.
Y cuando las necesites, allí estarán, cuidadas, ordenadas, seguras, tranquilas porque saben que un grupo de profesionales cuidan de ellas y porque la locura y el miedo que tantas veces han quemado o prohibido a sus compañeras están de capa caída, y ahora son ellos los que están en minoría, contentas porque cada vez hay más y más libros en los que nacen y crecen nuevas historias, y cada vez más bibliotecas donde resguardarse. Allí, en cualquiera de ellas, te están esperando.
En tu casa."

Texto publicado en la web de la Biblioteca de Extremadura para conmemorar el Día Internacional de la Biblioteca 2015. Enlace: http://biex.gobex.es/